Los sidros eran dos mozarrones cubiertos con una piel de oveja que al llegar el mes de diciembre aparecían por Valdesoto, Carbayín y parroquias limítrofes. Su presencia fue constante hasta la llegada de la guerra, después ya sólo se pudieron ver en muy contadas ocasiones a finales de los cincuenta. Los sidros es el nombre particular con que se designa en los concejos de Siero y Bimenes a los guirrios. Constituyen un tipo de mascaradas de invierno que tienen lugar en torno a finales y principios de año.
Vestidos con pantalón y camisa blancos, faja roja, con ancho cinturón del que cuelgan cuatro cencerros o esquilones, van cubiertos de medio cuerpo arriba por les melenes, una piel de oveja finalizada sobre la cabeza con un cucurucho de unos 60 cms. del que cuelgan cintas multicolores y rematado por un rabo de zorro. Los sidros, dos buenos mozos, avanzan con un suave trote o bien dan saltos poderosos apoyándose en una pértiga de avellano, a la vez que contornean el cuerpo para hacer sonar los cencerros y moverse el largo pelo suelto de les melenes. De este modo, forzosamente habían de impresionar con su presencia y quedar grabados en la memoria de niños y mayores.
Aparecen siempre acompañando a la comedia y, aunque ellos en realidad no son comediantes, son considerados como integrantes de un todo, dándoles los sidros nombre al conjunto, pues son, sin duda, los personajes que más atraen al público. Unos y otros estaban constituidos únicamente por varones, pero sidros y comedia son dos elementos distintos, que debieron de tener raíces diferentes. Los sidros han de ponerse en relación, tal y como sostenía D. Juan Uría Ríu, con ritos de los pueblos primitivos que, disfrazados de pieles de animales, buscaban la protección del animal totémico.
Van delante de la comedia, saludando a las mozas con un toque del rabo de zorro, anunciando con los cencerros la proximidad de los comediantes. Una vez que el público acude, velan por el orden en el corro que forman los espectadores durante la representación y al finalizar ésta recogen el dinero que les dan y realizan concursos de saltos.
Las comedias guardan una estructura tradicional, con un esquema argumental que se repite y unos personajes tipo, con caracterización (modo de vestir, de hablar) constante, que permanece fiel a un patrón determinado. Utilizan una lengua donde se entremezcla el asturiano y el castellano, con claro predominio del asturiano, y se representaban los domingos, al salir de misa, en el campo de la iglesia o delante de los chigres.
La primera parte de las obras gira en torno a un tema histórico (guerras carlistas, guerra de Cuba, guerra de África, el socialismo, la segunda república...)
En la segunda aparecen los problemas familiares que surgen del enfrentamiento entre los personajes fijos: vieyos, dames, galanes. Suelen aparecer también dos tontos y a veces nos encontramos con la pareja ciego-criado o con la figura del pecáu.
Los sidros más renombrados eran los de Valdesoto y Carbayín, siendo Valdesoto la que ejercía el papel de centro de las representaciones (a este respecto ha de tenerse en cuenta que hasta la mitad del siglo XX la parroquia de Valdesoto abarcaba parte de lo que hoy es Carbayín). El día de Reyes todas las comedias de la zona se concentraban en Valdesoto, donde se realizaba una especie de concurso entre ellas. Ese mismo día los diferentes sidros competían entre sí delante de su iglesia parroquial, tratando de superar obstáculos cada vez más altos para ver quién saltaba más.
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