Tipos de corchos
Tradicionalmente es el corcho natural el material más usado para taponar los
vinos embotellados y, si es de calidad, probablemente es el mejor que podemos
encontrar.
Barras para tapones
Cortesía del Laboratorio de Corcho del INIA, Ministerio de Educación y Ciencia
Procede del alcornoque y es su gruesa corteza lo que se explota para la
obtención de corcho. Se recolecta mínimo cada 9 años y las planchas tienen que ser
tratadas para fabricar los tapones que interesan a los bodegueros.
Los tapones naturales varían mucho en cuanto a densidad y material utilizado.
Se destinan los mejores a los vinos de Reserva y Gran Reserva ya que son los que
tienen que demostrar durante muchos años sus capacidades de estanqueidad.
Tapones naturales de una pieza
Cortesía del Laboratorio de Corcho del INIA, Ministerio de Educación y Ciencia
Para vinos que se supone van a consumirse en un plazo más corto, se
producen tapones de corcho aglomerado con o sin arandelas de corcho natural que
tienen precios más bajos y resultados muy aceptables.
Los vinos espumosos como el cava, necesitan tapones más gruesos fabricados
normalmente de conglomerado para facilitar el descorche y con dos o tres
“suelas” (discos) en la base para soportar la presión.
Además de los corchos especiales, los cavas y espumosos suelen ir
alambrados para prevenir aún más los problemas de presión interna de las botellas. Se
pueden ver en el mercado cavas con grapas en lugar de alambres pero son bastante
más incómodas a la hora del servicio y quizá estéticamente menos interesantes.
Hace algunos años y debido a los problemas de “olor a corcho” de los vinos
unido al precio del corcho natural, han aparecido en el mercado los tapones sintéticos.
Detengámonos brevemente en este defecto de los caldos producido por su contacto
con tapones infectados.
Un sector del mercado vitivinícola exige un tono muy claro en el corcho y los
fabricantes lavan con cloro los tapones antes de servirlos a las bodegas. Los
compuestos del vino pueden reaccionar ante la presencia de esta sustancia formando
cloroanisoles que parecen ser los responsables del olor a moho y humedad. Sin
embargo, no solo el corcho es el origen del problema pues también podemos encontrar
anisoles en las maderas de las bodegas y en los propios vinos.
Enólogos, bodegueros y productores de corcho trabajan juntos en la
investigación de la enfermedad pero mientras tanto, y como ya hemos comentado, los
tapones sintéticos van ocupando su lugar llegando a significar hoy en día entre el 3 y el
5% de los tapones en uso.
Los tapones sintéticos están elaborados con silicona que presenta algunas
ventajas claras respecto a los tradicionales, por ejemplo su uniformidad –siempre es
igual, no está sujeto a los cambios del corcho, su variedad de colorido, su
EL MUSEO DEL CORCHO
El edificio que acoge el museo destaca por la sobriedad y las líneas austeras de la fachada. Esta construcción racionalista, proyectada por Emili Blanch i Roig entre 1931 y 1934, fue concebida para acoger una escuela de artes y oficios.
En la sala de la derecha de la entrada se puede ver el proceso de transformación del corcho. Las otras dos estancias del piso de arriba están destinadas a acoger exposiciones temporales y a exponer una selección de esculturas y retablos de corcho. En julio y agosto se hacen visitas guiadas.
El Museu del Suro de Palafrugell conserva, estudia y difunde de manera monográfica el patrimonio cultural y natural relacionado con el mundo del corcho, y está integrado dentro del Museu Nacional de la Ciència i la Tècnica de Catalunya.
El corcho y las industrias derivadas se convirtieron, entrado el siglo XIX, en la principal actividad económica del municipio, y su mecanización transformó una villa agraria en una ciudad industrial.
El corcho hizo que en el Palafrugell de principios del siglo XX aparecieran los primeros clubes deportivos, varias sociedades recreativas (como el Ateneu Palafrugellenc o el Casal Popular), más de un casino (el Centre Fraternal o el Cercle Mercantil) y un número considerable de bares, cafés y clubes clasicistas.
Los ingresos que supuso la industria para la corporación municipal y para algunas familias posibilitaron la construcción de edificios emblemáticos de la época: el chalet modernista de Can Mario, el casal de Can Bech de Careda, la casa Almeda, la Econòmica Palafrugellenca (sede de la actual biblioteca) y las construcciones públicas del Mercado Cubierto, el Matadero municipal y la Escuela de Artes y Oficios.
En 1900 se creó la gigantesca Manufacturas de Corcho, S. A., de la que actualmente quedan las naves que albergan la Fundación Vila Casas y la torre de agua de Can Mario.
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